Miércoles 11 de diciembre

“Una Navidad para todos”

Para muchas personas, la Navidad es la época más bonita de todo el año. Las casas se llenan de adornos coloridos, de Nacimientos, de luces tintineantes y de árboles hermosos. Sin duda es la época más emocionante y feliz, o al menos eso pensaba Pablo desde que era muy pequeñito. Cuando llegaba el primer día de diciembre se despertaba emocionado, y mientras cepillaba sus dientes de arriba a abajo bailaba cantando villancicos al espejo del baño. A Pablo le encantaba la Navidad porque todos siempre parecían felices mientras cantaban villancicos, además, sus abuelos, tíos y primos venían a casa a celebrar las fiestas y era fabuloso. Pablo amaba mucho a su familia porque eran buenos y muy cariñosos con él.

Pero un año, esperando con ansiedad la llegada de aquellos días tan mágicos, Pablo descubrió  viendo las noticias en la televisión que algunos niños no tenían navidades alegres como las tenía él, y se sintió muy mal por ello. Estaba decidido a hacer algo para que esos otros niños se dieran cuenta de que la Navidad era la mejor época del año, así que decidió hablar con papá, con mamá y con su hermano mayor Juan:

• “Quiero hablar con vosotros. Hoy me he enterado de que hay niños en el mundo que no lo pasan tan bien en Navidad como nosotros y eso no está bien. Por eso he pensado que podemos hacer algo para cambiar eso y necesito la ayuda de todos para lograrlo.”- dijo Pablo.

Mamá, papá y Juan se quedaron muy sorprendidos ante las palabras de Pablo, pero sin dudar aceptaron ser parte de aquella bonita misión y ayudar al pequeño Pablo, que rápidamente propuso a la maestra de su escuela hacer una gran fiesta en el gimnasio a la que pudieran acudir todos los niños que lo desearan, y hacer grandes rifas para que nadie se quedara sin regalo. Así, los compañeros de Pablo hicieron bonitos carteles para adornar la escuela y sus familias participaron también llevando platos caseros y juguetes para la rifa. Todos trabajaron unidos muy duramente y, cuando llegó el día, Pablo y el resto de niños fueron muy felices jugando, bailando, y conociendo a un montón de niños nuevos que pasaron por allí.

• “¡Soy muy afortunado de tener una familia tan buena! Gracias por ayudarme y hacer felices a otros niños también. ¡Esta ha sido la mejor Navidad de todas!”– dijo Pablo emocionado. 

Todos se abrazaron felices, y Pablo pudo comprobar (como ya imaginaba) que lo mejor de la Navidad no eran los regalos, los villancicos o la decoración, sino el hecho de poder compartir el tiempo con otros y dar lo mejor de uno mismo a los demás tal y como quería Jesús.

 

Cerramos los ojos, y terminamos la oración rezando “A tu amparo y protección”.