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Miércoles de fábula

“Jesús contó historias sencillas de la vida cotidiana para transmitir una enseñanza espiritual de modo que esta fuera fácil de recordar. Estos relatos se denominan Parábolas. Hoy vamos a conocer la Parábola del Sembrador que Jesús contó y que puedes leer en Lucas 8:5-15

Un sembrador salió a sembrar su semilla. Parte de la semilla cayó junto al camino y en el camino fue pisoteada y los pájaros se la comieron.

Otra parte de la semilla cayó entre piedras donde no había mucha tierra. Estas semillas brotaron muy rápido porque la tierra no tenía profundidad. Pero cuando salió el sol las plantas se secaron por falta de humedad porque no tenían raíces.

Otras semillas cayeron entre espinos y al crecer juntos los espinos ahogaron la semilla.

Pero otra parte de la semilla cayó en buena tierra y creció, produjo fruto y dio una buena cosecha, hasta cien granos por semilla.”

La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás. Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar. Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.

Jesús nos quiere transmitir la enseñanza del amor: compartir con los demás, ayudar a quien lo necesite, ser respetuosos, … Pero estas enseñanzas no nos llegan a todos igual. Para que sus palabras y sus enseñanzas germinen en nosotros debemos de tener un corazón grande, una buena actitud hacia los demás. Propongámonos en esta Cuaresma acoger a Jesús en nuestro corazón, poner en práctica sus enseñanzas y contribuir así a un mundo mejor donde nunca falte una gran sonrisa.

“ EL PASTOR MENTIROSO” 

Había una vez un pastor muy bromista y mentiroso. Todos los días, cuando regresaba a su casa, después de haber llevado a pastar a su rebaño, entraba corriendo en el pueblo gritando: - ¡Viene el lobo! ¡Viene el lobo! Al oír los gritos, todos los habitantes se metían en sus casas muertos de miedo. Y allí encerrados se quedaban hasta que oían de nuevo al pastor: - ¡Ja, ja, ja! ¡No es verdad! ¡Sólo era una broma! ¡Tontos! Y todos los días los habitantes del pueblo miraban malhumorados al pastor que siempre se alejaba riéndose. Todos los días… Hasta que… ¿Sabes qué pasó? Un día, como tantos otros, el pastor volvió corriendo al pueblo. Gritaba tanto o más que en otras ocasiones: - ¡Viene el lobo! ¡Viene el lobo! Pero esta vez corría más deprisa de lo normal y gritaba también más fuerte de lo normal… Sin embargo, los vecinos del pueblo no le hicieron ni caso, hartos ya de que el pastor les hubiera engañado tantas veces… Y ¿Sabes cómo terminó todo? ¡Claro! Esta vez sí que fue verdad que venía el lobo. Y como nadie del pueblo le hizo caso, el pastor se quedó sin ovejas, pues el lobo se las comió todas. 

COMPRENSIÓN DE LA LECTURA

 1ª) ¿Qué hace el pastor todos los días después de llevar a pastar su rebaño? 

2ª) ¿Cómo reaccionan los habitantes del pueblo al oír sus gritos?

3ª) ¿Por qué el pastor siempre se aleja riéndose?

4ª) ¿Por qué un día los habitantes del pueblo no le hicieron ni caso?

5ª)  Al final, ¿qué ocurrió con las ovejas?  

6ª) Elige la oración que mejor resume la moraleja de la fábula: A) A un mentiroso nadie le cree, aunque diga la verdad. B) A más mentiras, más amigos

El padre y las dos hijas

Había una vez un padre que tenía dos hijas. Desde que eran pequeñas, el padre siempre estuvo pendiente de ellas. El tiempo pasó y llegó el día en que las dos hijas se fueron de casa para empezar y construir sus propias vidas. Una de ellas se casó con un hortelano y la otra con un fabricante de ladrillos.

Al cabo de un tiempo el padre decidió visitar a las dos hijas para saber cómo les iban las cosas. Primero, fue a visitar a la hija que ahora se dedicaba al cultivo de un huerto.

- Hola hija mía, ¿cómo estás en tu nueva vida?

- Todo está de maravilla papá, tengo un esposo que me quiere y trabajo mucho en el huerto.

- Cómo me alegro por ti, hija mía.

- Gracias papá. Sólo tengo un deseo especial: que llueva todos los días con abundancia para que así las plantas tengan siempre suficiente agua para crecer. Así no nos faltarán verduras para vender en el mercado.

El padre deseó suerte a su hija y se despidió de ella deseando que sus deseos se cumplieran.

Pocos días después, el padre decidió visitar a la otra hija que se dedicaba a construir ladrillos con su marido.

- Hola mi hija, ¿cómo estás en tu nueva vida?

- Todo está muy bien, papá. Mi marido y yo estamos bien y la vida nos sonríe. ¡No nos podemos quejar!

- ¡Qué bien, hija mía! Me alegro mucho por ti.

- Gracias papá. Solo tengo un deseo especial: que los días se mantengan secos, sin lluvia, con sol brillante, para que así los ladrillos sequen y endurezcan más rápido y bien.

El padre deseó suerte a su hija y se despidió de ella deseando que su deseo se cumpliera.

En el camino a casa, el padre fue pensando en los deseos de sus hijas. Una desea lluvia y la otra desea tiempo seco. ¡Qué gran duda! ¿A cuál de los deseos puedo desear que se cumpla?

La pregunta que se hizo el padre no tenía respuesta. El padre llegó a la conclusión de que debería dejar que decidiera el destino, ya que él no podría hacer nada.

Moraleja: No trates nunca de complacer y quedar bien con todo el mundo. Te será imposible.

Preguntas para la comprensión del texto de la fábula

1.       ¿Por qué el padre decidió visitar a las dos hijas?

2.       ¿Cómo iba la vida de las dos hijas? ¿Qué deseos tenían?

3.       ¿Qué decisión tomó el padre al final? ¿Qué has aprendido con este cuento?

La señorita Elisa aquel día había propuesto un nuevo reto a sus alumnos: la alegría, y lo había hecho en plan desafío de récord. Les había nombrado "recaudadores" de alegría, para ver qué se les ocurría con tal de provocar la alegría de los que les rodeaban. Y aunque todos hicieron cosas realmente encantadoras, aquella vez Carla Simpatías dejó a todos con la boca abierta.
Algunos días después del encargo de la señorita Elisa, Carla apareció cargando un gran saco.

- Aquí traigo toda la alegría que he recaudado en estos días -dijo sonriente.

Todos estaban expectantes, pero la niña no quiso mostrar el contenido del saco. En vez de eso, sacó una pequeña caja, tomó una cámara de fotos instantánea, y le entregó la caja a la maestra.

- Ábrala, señorita Elisa.

La profesora abrió la caja despacio y miró en su interior, y una gran sonrisa se dibujó en su rostro; en ese momento, Carla le hizo una fotografía. Luego le entregó la foto y un papel.
La maestra leyó el papel en silencio, y cuando terminó, señaló con gesto de sorpresa el gran saco.

- Así que eso es...
- ¡Sí! -interrumpió la niña, deshaciendo el nudo que cerraba el saco- ¡un gran montón de sonrisas!

Y del saco cayeron cientos de fotos, todas ellas de variadas y bellas sonrisas.
El resto de la clase lo dedicaron a explicar cómo a Carla se le había ocurrido iniciar una cadena para alegrar un poquito a las personas: en la caja sólo había una foto con una gran sonrisa, y todos, al abrirla, sentían la alegría que transmitía y respondían a su vez con una sonrisa, casi sin querer. Carla les sacaba una foto con su propia sonrisa, y les entregaba un papelito donde les pedía que hicieran lo mismo con otras personas, y le enviaran una copia de las fotografías a la dirección de su casa.
Y durante aquellos días y meses, el buzón de Carla no dejó de llenarse de las fotos de las sonrisas de tanta gente agradecida, ayudando a todos a comprender que el simple hecho de sonreir ya es un regalo para todo el mundo.

 

La risa es contagiosa.  Hoy le pedimos a Jesús que siempre seamos capaces de tener una sonrisa preparada en nuestra boca para poder transmitirla a los demás.

 Fábula: La cigarra y la hormiga.

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Reflexión: 

- ¿Cómo pasaba el día la cigarra? - ¿Por qué la cigarra se burlaba de la hormiga? - ¿Por qué trabajaba tanto la hormiga? - ¿Qué ocurrió cuando llegó el invierno? - ¿Cómo se encontró la cigarra en invierno? 

 

¿Te parece correcta la actitud de la hormiga? - ¿Qué hubieses hecho tú? - ¿Cuándo eres tú como la cigarra? - ¿En qué ocasiones te comportas como la hormiga? 

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