Oración de la
mañana
Miércoles de fábula

MIÉRCOLES 7 de mayo
La Huella en la Tormenta
Lucas caminaba por la playa al atardecer, con la mente llena de preocupaciones. Sentía que todo le salía mal: los estudios, sus amigos… Sentía que Dios lo había dejado solo. De repente el viento comenzó a soplar con fuerza y el cielo se oscureció. Pronto, la lluvia cayó con furia, y las olas golpeaban la orilla con estruendo. Lucas intentó correr, pero la tormenta era demasiado fuerte.
De repente, vio a un anciano de pie bajo una palmera. Su mirada era serena, y en su rostro había una paz inexplicable.
—¿Por qué caminas solo en medio de la tormenta? —le preguntó con voz tranquila.
Lucas suspiró.
—Porque siento que Dios ya no está conmigo. Todo me sale mal, y cada vez que lo necesito, parece que no responde.
El anciano sonrió y señaló la arena.
—Mira las huellas.
Lucas vio su propio rastro en la arena, pero se dio cuenta de algo extraño: junto a sus huellas, había otras, como si alguien hubiera caminado a su lado todo el tiempo.
—¿De quién son? —preguntó sorprendido.
El anciano puso una mano en su hombro.
—Son las de Dios. Él nunca te ha dejado solo. Incluso cuando no lo ves, Él camina contigo, especialmente en los momentos difíciles.
Lucas miró hacia el cielo y notó que la tormenta comenzaba a disiparse. Por primera vez en mucho tiempo, sintió paz en su corazón.
Desde ese día, cada vez que enfrentaba un problema, recordaba aquellas huellas en la arena y sabía que nunca estaba solo.
REFLEXIÓN
Al igual que el protagonista de nuestro cuento, los discípulos de Jesús también sintieron miedo y confusión tras su muerte. Creyeron que estaban solos, hasta que Jesús se les apareció en la orilla, mostrándoles que nunca los había abandonado. La presencia de Dios no siempre es visible, pero Él camina con nosotros incluso en los momentos más oscuros. Confiar en Dios es saber que, aunque no lo veamos, Él siempre está a nuestro lado.
ORACIÓN
Jesús, cuando me sienta solo o perdido, ayúdame a recordar que siempre caminas a mi lado. Aunque no siempre te vea, sé que estás conmigo, guiando mis pasos. Dame fe para confiar en tu amor y seguirte siempre.
A tu amparo y protección

MIÉRCOLES 14 de mayo
La Liebre y el Pastor
En un bosque lleno de vida, donde los árboles susurraban con el viento y los ríos cantaban al fluir, vivía una liebre inquieta llamada Lía. Siempre estaba corriendo de un lado a otro, sin rumbo, siguiendo cada sonido y cada movimiento que llamara su atención.
Un día, mientras saltaba entre los arbustos, escuchó el canto de un pájaro y corrió a buscarlo. Luego, el crujir de unas hojas la hizo cambiar de dirección. Más tarde, el eco de un trueno la asustó y huyó sin mirar atrás. Cuanto más intentaba seguir los sonidos del bosque, más perdida se sentía.
La noche cayó y Lía se dio cuenta de que estaba lejos de su hogar. El bosque, antes lleno de vida, ahora le parecía aterrador. El ruido que antes la guiaba, ahora la confundía.
Entonces, entre la brisa de la noche, escuchó una voz serena:
—Lía, aquí estoy. Sígueme.
Era la voz del viejo Pastor, que cuidaba a los animales del bosque. Su tono era suave, pero firme. Sin dudar, Lía siguió la voz, dejando atrás los ruidos que la distraían. Pronto, vio la luz de la cabaña del viejo Pastor y sintió una paz profunda en su corazón.
Desde entonces, Lía aprendió que no todos los sonidos llevan al camino correcto, pero seguir la voz del verdadero guía trae seguridad y paz.
REFLEXIÓN
A veces, como Lía, nos dejamos influenciar por muchas cosas: las redes sociales, lo que otros esperan de nosotros, nuestros miedos… y eso nos hace sentir perdidos. Pero no nos damos cuenta de que Jesús está siempre con nosotros, ayudándonos a través de la oración, de su Palabra y de las personas que nos acercan a Él.
ORACIÓN
Señor Jesús, esta mañana te pedimos que nos ayudes a escuchar Tu voz y a confiar en Ti, tal como nos enseñas en el Evangelio. Sabemos que, aunque nos sintamos perdidos o confundidos, Tú siempre estás a nuestro lado, guiándonos y mostrándonos el camino. Gracias por estar siempre a nuestro lado.

MIÉRCOLES 21 de mayo
El León y el Pequeño Ciervo
En una gran pradera vivía un poderoso león llamado Radam. Su melena dorada brillaba al sol y todos los animales lo respetaban, pues era fuerte y valiente. Sin embargo, Radam gobernaba con dureza: pensaba que el poder lo era todo y que no debía preocuparse por los más débiles.
Un día, un pequeño ciervo quedó atrapado entre unas zarzas espinosas. Luchó por liberarse, pero sus patas se enredaron más. Los demás animales lo vieron, pero nadie se atrevía a ayudarlo por miedo a lastimarse.
Cuando Radam pasó cerca, el ciervo le pidió ayuda. Pero el león solo bufó:
—No es mi problema. Yo soy el más fuerte de la pradera, no tengo por qué preocuparme por los pequeños.
En ese momento, una vieja tortuga, que siempre hablaba con sabiduría, se acercó y dijo:
—Radam, el más fuerte no es quien impone su poder, sino quien elige amar y servir a los demás.
El león frunció el ceño.
—¿Por qué habría de hacerlo?
La tortuga sonrió.
—Porque el verdadero mandamiento, el más importante, es amar. Y el amor no es solo un sentimiento, sino una decisión de ayudar, perdonar y servir.
Radam quedó en silencio. Miró al pequeño ciervo atrapado y, con su gran fuerza, apartó las zarzas con cuidado hasta liberarlo. El ciervo lo miró con gratitud, y en ese momento, el león sintió algo nuevo en su corazón: la paz de haber servido a otro con amor.
Desde aquel día, Radam entendió que la verdadera grandeza no estaba en su fuerza, sino en su capacidad de amar y ayudar a los demás.
REFLEXIÓN
Esta historia nos enseña que la verdadera fuerza no está en dominar, sino en ayudar con amor. El león Radam aprendió que servir a los demás trae una paz más profunda que cualquier poder. El amor es una decisión que nos lleva a actuar con bondad, y esa es la verdadera grandeza.
ORACIÓN
En esta mañana de mayo le pedimos a María, Madre llena de amor, que nos ayude a vivir como Jesús nos enseñó, amándonos unos a otros. Que su ejemplo de bondad y compasión nos inspire a ser más generosos y a reflejar el amor de Dios en cada acción. María, guíanos para que podamos ser verdaderos discípulos de Jesús, amando sin medida y con un corazón lleno de paz.
A amparo y protección…

MIÉRCOLES 28 de mayo
El Pájaro y la Tormenta
En lo alto de un viejo roble, un pequeño pájaro llamado Lino vivía con temor. Cada vez que veía nubes oscuras en el cielo, temblaba de miedo y se escondía en su nido.
—Si la tormenta llega, el viento me arrastrará y la lluvia destruirá mi hogar —decía, encogiéndose entre las ramas.
Un día, una gran tormenta se formó en el horizonte. Los demás pájaros volaron sin miedo, buscando refugio, pero Lino se quedó paralizado. El viento comenzó a soplar fuerte, y las gotas de lluvia golpearon las hojas.
En ese momento, un águila anciana aterrizó junto a él y le dijo:
—Lino, ¿por qué tiemblas?
—Porque la tormenta me asusta —respondió el pajarito—. ¿Y si el viento me arrastra lejos? ¿Y si me pierdo?
El águila sonrió y señaló el cielo.
—Las tormentas son parte de la vida, pero no debes temer. Si confías y extiendes tus alas, verás que el viento no siempre es enemigo.
Lino dudó, pero cuando las ráfagas sacudieron su nido, no tuvo opción. Saltó al vacío, abrió sus alas y, para su sorpresa, el viento lo elevó. No lo arrastraba, sino que lo sostenía.
Mientras volaba por encima de la tormenta, Lino sintió algo nuevo en su corazón: paz. Comprendió que el miedo lo había mantenido atrapado, pero al confiar, pudo ver que nunca estaba solo.
Desde entonces, cada vez que una tormenta se acercaba, Lino recordaba que Dios siempre está presente, y cuando vivimos con fe, su amor nos da fuerza y paz.
REFLEXIÓN
El miedo a la tormenta paralizaba al pequeño pájaro, pero cuando confió y extendió sus alas, encontró paz. Esta paz es similar a la que Jesús nos ofrecía el lunes en el Evangelio. Cuando confiamos en Dios, nuestra mente y nuestro corazón encuentran la calma, sin importar las dificultades que tengamos.
ORACIÓN
Jesús, así como el pájaro encontró paz al confiar en el viento, ayúdanos a confiar en Ti y en el Espíritu Santo, que siempre nos guía y nos da fuerza. María, madre nuestra, acompáñanos con tu ternura y enséñanos a confiar en Dios, especialmente en los momentos difíciles.
A amparo y protección…