Oración de la
mañana
Miércoles de fábula
MIÉRCOLES 7 DICIEMBRE
Érase una vez, hace mucho tiempo, una isla en la que había un pueblecito. En ese pueblecito vivía una
familia muy pobre. Cuando estaba próxima la Navidad, ellos no sabían cómo celebrarla sin dinero.Entonces el padre de la familia empezó a preguntarse cómo podía ganar dinero para pasar la noche de Navidad compartiendo un pavo al horno con su familia, disfrutando de la velada junto al fuego. Decidió que ganaría algo de dinero vendiendo árboles de
Navidad. Así, al día siguiente se levantó muy temprano y se fue a la montaña a cortar algunos pinos.
Subió a la montaña, cortó cinco pinos y los cargó en su furgoneta para venderlos en el mercado. Cuando solo
quedaban dos días para Navidad, todavía nadie le había comprado ninguno de los pinos.
Finalmente, decidió que puesto que nadie le iba a comprar los abetos, se los regalaría a aquellas personas
más pobres que su familia. La gente se mostró muy agradecida ante el regalo.
La noche de Navidad, cuando regresó a su casa, el hombre recibió una gran sorpresa. Encima de la mesa
había un pavo y al lado un arbolito pequeño.
Su esposa le explicó que alguien muy bondadoso había dejado eso en su puerta.
Aquella noche el hombre supo que ese regalo tenía que haber sido concedido por la buena obra que él
había hecho regalando los abetos que cortó en la montaña.
REFLEXIÓN:
La buenas obras a los demás serán recompensadas, a veces, con bienes materiales y si no con la gran
satisfacción de sentirse generoso.

Cuenta la leyenda que hace algún tiempo un hombre castigó a sus hija de 5 años por desperdiciar un rollo
de papel dorado para envolver regalos. Era el papel más bonito que jamás había visto, y la niña lo usó
para envolver una caja...
El problema es que la familia tenía muy poco dinero, y el papá se molestó mucho cuando vio que la niña había
pegado todo el papel dorado en esa cajita. Una vez que la niña hubo terminado de envolver el regalo, lo puso debajo
del árbol de Navidad. La niña se fue triste a dormir y el papá enfadado.
La mañana siguiente era Navidad. ¡Feliz Navidad a todos! La niña le trajo la cajita envuelta con el papel
dorado a su papá ;esto es para ti, papá'. El padre se sintió avergonzado por haberse molestado tanto la
noche anterior, pero su enfado resurgió de nuevo cuando comprobó que la caja estaba vacía y le dijo en
tono molesto;¿Es que aún no sabes que cuando uno da un regalo debe haber algo dentro?
La niña se dio la vuelta al verlo tan enfadado, y con lágrimas en sus ojitos le dijo:Pero papi, no está vacía.
Le puse besitos hasta que se llenó. El papá estaba conmovido. Cayó de rodillas, abrazó a su hijita y pidió
que le perdonara su desconsiderado coraje. Cuentan que el papá conservó la cajita dorada junto a su cama por el resto de su vida. Y cuando la pequeña creció y se fue de casa para formar su propia familia, el papá, cada vez que se sentía solo y
desanimado, metía su mano en la cajita dorada y sacaba un besito imaginario de su hija.
REFLEXIÓN:
No hay regalo de Navidad más precioso que el amor que uno pueda recibir.

MIÉRCOLES 21 DICIEMBRE
La señora Rabbit todos los inviernos ponía su puesto de castañas en el mismo cruce de la aldea Animaland. Era un
acontecimiento muy esperado por todos, porque era la señal que anunciaba que en breve llegaría Navidad.
A todos los pequeños les gustaba rodear el puesto de la señora Rabbit para sentir el calor de la gran estufa y ver
cómo se asaban las castañas sin llegar nunca a quemarse. Y a las cinco de la tarde, siempre aparecía el
señor Fox cargado con los periódicos del día anterior, con los que la señora Rabbit hacía divertidos cucuruchos para
envolver sus castañas.
Sin embargo, el domingo empezó a llover. Al principio eran unas pocas gotas, pero poco a poco la lluvia fue
ganando intensidad. Los más valientes, que no querían quedarse sin sus castañas, se acercaban al puesto
bajo sus paraguas. Pero cada vez los charcos eran más grandes y apenas se podía ver con tanta lluvia.
Tanto llovió, que el agua destruyó el pequeño puesto y la tormenta arrastró las castañas calle abajo
dirección al río. La señora Rabbit no sabía qué hacer para salvar a sus castañas y tenía miedo que ese
año la aldea Animaland no tuviera unas navidades con castañas calentitas. Preocupada y asustada, gritó
pidiendo ayuda.
El señor Bird, que volaba con su familia bajo el agua para darse todos un buen baño, escuchó a la pobre
señora Rabbit. Por un momento se puso en el lugar de la castañera y se dio cuenta de que necesitaba
ayuda. Si él se viera en esa situación, también querría que le ayudaran. Rápidamente organizó a sus
pequeños para que, desde el cielo, no perdieran de vista el viaje que habían emprendido las castañas.
Gracias a la ayuda del señor Bird y su familia, que tuvieron controladas continuamente a todas las
castañas, el señor Fish pudo recuperarlas todas en el río al conocer su posición exacta.
Las castañas estaban salvadas y entre todos reconstruyeron el pequeño puesto de la señora Rabbit a
tiempo de celebrar la Navidad. ¡Qué importante es ser solidario con tus vecinos!
REFLEXIÓN:
Hay que aprender a ser empatico o ponerse en la piel de otros y ayudarles cuando lo están pasando mal.
