Oración de la
mañana
Miércoles de fábula
Cuenta una antigua historia que una vez un hombre iba cargado con un gran saco de lentejas. Caminaba a paso ligero
porque necesitaba estar antes del mediodía en el pueblo vecino. Tenía que vender la legumbre al mejor postor, y si se
daba prisa y cerraba un buen trato, estaría de vuelta antes del anochecer. Atravesó calles y plazas, dejó atrás la muralla de la
ciudad y se adentró en el bosque. Anduvo durante un par de horas y llegó un momento en que se sintió agotado.
Como hacía calor y todavía le quedaba un buen trecho por recorrer, decidió pararse a descansar. Se quitó el abrigo, dejó el saco de lentejas en el suelo y se tumbó bajo la sombra de los árboles. Pronto le venció el sueño y sus ronquidos llamaron la atención de
un monito que andaba por allí, saltando de rama en rama. El animal, fisgón por naturaleza, sintió curiosidad por ver qué llevaba el hombre en el saco. Dio unos cuantos brincos y se plantó a su lado, procurando no hacer ruido. Con mucho sigilo, tiró de la cuerda que lo ataba y metió la mano.
¡Qué suerte! ¡El saco estaba llenito de lentejas! A ese mono en particular le encantaban. Cogió un buen
puñado y sin ni siquiera detenerse a cerrar la gran bolsa de cuero, subió al árbol para poder comérselas una a
una.
Estaba a punto de dar cuenta del rico manjar cuando de repente, una lentejita se le cayó de las manos y
rebotando fue a parar al suelo.
¡Qué rabia le dio! ¡Con lo que le gustaban, no podía permitir que una se desperdiciara tontamente! Gruñendo,
descendió a toda velocidad del árbol para recuperarla.
Por las prisas, el atolondrado macaco se enredó las patas en una rama enroscada en espiral e inició una
caída que le pareció eterna. Intentó agarrarse como pudo, pero el tortazo fue inevitable. No sólo se dio un
buen golpe, sino que todas las lentejas que llevaba en el puño se desparramaron por la hierba y
desaparecieron de su vista.
Miró a su alrededor, pero el dueño del saco había retomado su camino y ya no estaba.
¿Sabéis lo que pensó el monito? Pues que no había merecido la pena arriesgarse por una lenteja. Se dio
cuenta de que, por culpa de esa torpeza, ahora tenía más hambre y encima, se había ganado un buen
chichón.
Moraleja: A veces tenemos cosas seguras pero, por querer tener más, lo arriesgamos todo y nos quedamos
sin nada. Ten siempre en cuenta, como dice el famoso refrán, que la avaricia rompe el saco.
El Traje Nuevo del Emperador
Antiguamente vivía un rey que se preocupaba mucho por si vestuario, un día dos charlatanes le dijeron que podían fabricar la tela más suave y delicada que existía, añadiéndole a la tela la capacidad de ser invisible a los estúpidos o incapaces de ejercer su cargo. Por supuesto que tal prenda no existía, ellos pretendían quedarse con los materiales y el dinero que solicitaban para su confección.
El emperador que se sentía inseguro de su capacidad mandó a dos hombres de confianza para que la valoraran primeramente, inmediatamente ambos comenzaron a alabar a la misma porque no querían demostrar la supuesta incapacidad para ejercer su cargo, así toda la ciudad estaba ansiosa por ver la prenda para demostrar cuales eran los verdaderos estúpidos.
El emperador se vistió con la inventada prenda con ayuda de los estafadores y salio a mostrarla a los pobladores de la ciudad, no admitiendo que no la veía pues tenia miedo admitir que era un estúpido y un inepto.
Todas las personas, a pesar de no ver nada, alabaron el traje, para demostrar su capacidad e inteligencia, hasta que un niño gritó !El emperador va desnudo!, las personas empezaron a murmurar lo que decía el niño, el emperador escucho y se dio cuenta que era verdad, avergonzado terminó el desfile.
LA RESPONSABILIDAD
Esta historia que vais a leer a continuación ocurre en una escuela con pocos recursos
que se encuentra en una ciudad pobre.
Ziauddin llevaba a cabo muchas labores en la escuela. Era responsable del cuidado y
del mantenimiento. Dejaba la clase limpia y ordenada. Hacía un montón de actividades
que ni os podéis imaginar…
Pero también se sentía responsable de la gente que sufría a su alrededor. Observa que
había compañeros que se dejaban llevar por malas influencias o conductas no
adecuadas en el aula. Además, el clima de esa ciudad no terminaba de ser buena,
siempre había dispuestas entre los adultos.
Ziauddin hablaba con sus compañeros para intentar explicarles que se estaban
confundiendo que con esa actitud no iban a ningún lado.
Una compañera de su clase siempre le decía que de mayor quería ser inventora y así
crear una máquina que detuviera los ataques, las peleas y las injusticias. Además, era
una niña muy responsable siempre llevaba todo hecho a la escuela.
Entre Ziauddin y su compañera a pesar de sus dificultades sociales, cuidaban de sus
compañeros para que así en la clase hubiera un buen ambiente.
REFLEXIÓN: Cada uno debemos ser responsables de nuestros actos, tanto como si nos
están observando o como si no. Es importante poder disfrutar al hacer el bien en
nuestro trabajo, mejorar nuestra autoestima, cuidar de los que nos rodean…
Si de mayor pudieras inventar la máquina de las
injusticias… ¿Qué injusticia te gustaría evitar?