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Lunes de buenas noticias  -  Evangelio del Domingo

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LUNES 7-4-25  

Evangelio según san Juan (Jn 5,1-16)

Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.

Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:

«¿Quieres quedar sano?».

El enfermo le contestó:

«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».

Jesús le dice:

«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».

Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:

«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».

Él les contestó:

«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».

Ellos le preguntaron:

«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».

Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.

Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:

«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.

Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Palabra del Señor.

Reflexión

La compasión de Jesús hacia el enfermo nos enseña la importancia de mirar más allá de nuestras propias necesidades y comodidades. En nuestros colegios, casas y en los movimientos cristianos, esta compasión se traduce en acciones concretas que buscan aliviar el sufrimiento de los demás, recordándonos que nuestra fe debe manifestarse en obras.

El relato también nos confronta con el desafío del compromiso. Jesús actúa a pesar de las restricciones y críticas, mostrándonos que seguir el camino del bien a menudo requiere coraje y determinación. En nuestra vida diaria, enfrentamos desafíos similares que nos invitan a mantenernos firmes en nuestros principios y valores. Seamos fieles a ellos, se lo pedimos a Dios.

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LUNES 14/04/2025 

Evangelio según san Lucas (Lc 22, 14-23, 56)

S. «Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa que merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».

C. Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo su griterío.

Pilato entonces sentenció que se realizará lo que pedían: soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad.

C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.

Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él.

Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:

+ «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?».

C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.

C. Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Jesús decía:

+ «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

C. Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte.

C. El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo:

S. «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».

C. Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:

S. «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».

C. Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos».

C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:

S. «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

C. Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:

S. «Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo».

C. Y decía:

S. «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

C. Jesús le dijo:

+ «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

C. Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:

+ «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».

C. Y, dicho esto, expiró.

C. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo:

S. «Realmente, este hombre era justo».

C. Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las cosas que habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho.

Todos sus conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se mantenían a distancia, viendo todo esto.

C. Había un hombre, llamado José, que era miembro del Sanedrín, hombre bueno y justo (este no había dado su asentimiento ni a la decisión ni a la actuación de ellos); era natural de Arimatea, ciudad de los judíos, y aguardaba el reino de Dios. Este acudió a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde nadie había sido puesto todavía.

Era el día de la Preparación y estaba para empezar el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea lo siguieron, y vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo. Al regresar, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron de acuerdo con el precepto.

REFLEXIÓN

Hoy somos invitados a vivir el mandamiento del amor, a confiar en Dios incluso en los momentos más difíciles. Así, podemos encontrar en la cruz no un símbolo de derrota, sino de victoria y esperanza.

 Jesús en este pasaje  nos muestra que el camino del amor y del perdón es el camino hacia la verdadera vida. ¡Vivamos!

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LUNES 21/04/2025 

Evangelio según san Juan (Jn 29, 1-9)

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:

«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

REFLEXIÓN

El relato nos invita a una profunda reflexión sobre nuestro regreso a la vida cotidiana; el fracaso humano pero la intervención divina en medio de ella; el reconocimiento de Jesús en nuestra realidad; y finalmente nuestra respuesta al recordar que Jesús siempre está cerca, guiándonos hacia la plenitud. El reconocimiento de su presencia y la obediencia a su palabra nos llevan a una vida abundante; nos nutre espiritualmente. Jesús nos acoge con amor incondicional, incluso cuando hemos caído o dudado.

Confiamos en Cristo, lo reconocemos en nuestra vida cotidiana y respondemos con amor y entrega a su llamado. ¡Adelante! . No lo olvides.

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LUNES 28-4-25

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 1-8

 

Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos.

Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: “Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él”.

Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios. “

Nicodemo le preguntó: “¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?”.

Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.

Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.

No te extrañes de que te haya dicho: ‘Ustedes tienen que renacer de lo alto’.

El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu”.

Reflexión del Papa Francisco

 

El renacer del Espíritu dió vida al primer núcleo de los primeros cristianos, cuando 'aún no se llamaban así'. Tenían un solo corazón y una sola alma.

Una comunidad en paz. Esto significa que en esa comunidad no había lugar para el chismorreo, para las envidias, para las calumnias, para las difamaciones.

El amor cubría todo. Para calificar una comunidad cristiana sobre esto, debemos preguntarnos cómo es la actitud de los cristianos. ¿Son mansos, humildes? ¿En esa comunidad hay disputas entre ellos por el poder? ¿Disputas de envidia? ¿Hay chismorreo? No están en el camino de Jesucristo.

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